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Marta Pawlikowska

Cuando era niña, en momentos difíciles, me sentaba en mi rincón y pintaba historias. En ellas, princesas (como no), aventureras y otros personajes vivían la vida que yo, en aquel entonces, deseaba para mí misma. Recortaba los personajes, dibujaba sus caras, construía sus casas con los utensilios de la cocina de mi abuela. Así les daba vida. Escribía sus historias en cuadernos y en la soledad de mi habitación jugaba a ser ellos.  Así les daba voz y cuerpo.  En este teatro íntimo, privado y secreto, y sin ninguna pretensión de ser más que un juego, aparecía amor, las relaciones complejas, los deseos y también, la tristeza y el dolor. La imaginación y la creación fueron un escudo ante la confusión que sentía respecto al mundo exterior. No lo llamaba entonces ni arte, ni expresión, ni siquiera creatividad. No le ponía palabras, pues era una necesidad. ¿Cómo pude saber que así (se) defendía en mí la salud? ¿Cómo pude saber que ya (se) hacía (en mi) arteterapia?

A mí también, el arte me ha salvado la vida. Y varias veces ya. 

Creo profundamente que la expresión artística (es decir: lo que nos permite expresar, crear, preguntar y transformar) es una cualidad innata de cada ser humano. No creo en excepciones aquí.
Como niños jugamos, danzamos, imaginamos y creamos sin preguntarnos por el fin de esta actividad. Pues nos parece la manera más natural de vincularnos con nosotras mismas y con el mundo. Y dentro de esta diversión y disfrute, nos parece la tarea más seria del mundo. Como adultos, implicados en vidas laborales, familiares y exigencias, a veces perdemos esta conexión con lo que nos habita desde el principio: con nuestra necesidad de crear.

Crear es sentir(se), es percibir(se), es preguntar(se). Crear es darse un espacio íntimo para la potencia vital y del deseo de operar y cambiar el mundo que nos rodea. Crear es conectar con lo que, en cada un@ de nosotros, vive y crece, aunque no le prestemos atención.

La terapia de artes expresivas, en sus diferentes lenguajes como: pintura, escultura, danza, teatro, música y escritura, es la vía de conexión más profunda con lo que nos habita y con lo que nos gustaría cambiar. Estando conectada con la creación, no pasa únicamente por nuestra cognición consciente, nuestros comportamientos y los discursos mentales que hemos desarrollado a lo largo de nuestra vida, sino también nos conecta con nuestro cuerpo, nuestros sentires, emociones y deseo vital.  Nos ofrece espacio para reflexionar, dialogar con nosotros mismos y también, de accionar. Y así de encontrar la potencia para transformar.

En las sesiones individuales, la expresión artística y corporal, nos servirá como un trampolín para conectar con tus preguntas y objetivos personales, y nos abrirá una vía para reflexionar acerca de ellos.  ¿Podríamos ser artistas de nuestra vida? ¿Y podría la vida ser nuestra obra de arte? 


– Arteterapeuta de las artes expresivas y teatroterapeuta graduada en Arteterapia Transdisciplinar por IATBA de Barcelona.
– Profesora, tutora y coordinadora de la especialidad de Teatroterapia en Instituto de Estudios Superiores ISEP en Barcelona.
– Actriz y performer licenciada en Teatro y en Letras por la Universidad de Breslavia (Polonia); en Cultural Studies (género, etnicidad e identidad) por la Universidad de Groningen (Holanda).

-Graduada en Arte Dramático por Eólia Escola Superior d´Art Dramatic y Nancy Tuñon i Jordi Oliver Escola d´Actors (Catalunya).
Cuenta con larga y diversa trayectoria profesional y educativa.

Atiendo: en castellano, inglés y polaco. 

Contacto: 636 419 742 // marta@larteria.com